ANGINA E INFARTO: CONCEPTOS

23.06.2014 00:00

El corazón es el responsable de impulsar la sangre hacia el resto del organismo para que de esta forma se distribuyan correctamente el oxígeno y nutrientes que éste requiere. A su vez, las arterias coronarias, son las que suministran el oxígeno al corazón para su correcto funcionamiento. El músculo cardíaco (llamado miocardio) es por lo tanto el más resistente y fuerte del cuerpo.   

 

LA ATEROSCLEROSIS

Las arterias coronarias sanas son elásticas y lisas en su interior. A medida que cumplimos años se van depositando en su interior sustancias: grasas (por ej. colesterol), calcio... que de forma progresiva las estrechan dando lugar al desarrollo de lo que conocemos como aterosclerosis. Se trata de una enfermedad crónica cuyo origen y desarrollo depende mucho de factores genéticos, y por supuesto, de los hábitos de vida de cada uno: dieta, actividad física y tabaquismo, fundamentalmente.

Su desarrollo dará lugar al estrechamiento de las arterias y a la formación de trombos. Si se llega al punto en el que las arterias se obstruyeran por completo la sangre no podría llegar al miocardio, dando lo lugar al proceso que conocemos como insuficiencia coronaria que puede desembocar en: angina de pecho (si la obstrucción no es total) o infarto de miocardio (si la obstrucción es total). 

 
 

LA ANGINA DE PECHO

Es el dolor que se produce como resultado de una falta temporal de oxígeno en el corazón. Suele ser un dolor breve y normalmente desaparece con el reposo o tomando una pastilla de nitroglicerina sublingual. A pesar de que la propia angina, el dolor, es la forma más común de presentación, hay pacientes, en especial las mujeres, que presentan síntomas atípicos como náuseas, sensación de falta de aire, sudoración, síncopes o dolor en la mandíbula, cuello, brazo, hombro o epigastrio. Aparece con frecuencia en momentos de actividad física o estados de nerviosismo y ansiedad, tras una comida copiosa y, en otras ocasiones, en momentos de reposo.

 
 
EL INFARTO

En el caso del infarto, la arteria coronaria queda completamente obturada durante un periodo bastante largo de tiempo, normalmente debido a un coágulo que se queda estacionado en el estrechamiento de la arteria. El músculo cardíaco queda insuficientemente irrigado, no recibe oxígeno y por tanto no puede funcionar, quedándose muerta o necrótica la zona más afectada. El infarto de miocardio puede ir precedido de episodios de angina de pecho previos o bien presentarse de forma brusca.

Los medicamentos fibrinolíticos pueden romper incluso hacer desaparecer el coágulo que se encuentra en el interior de las arterias coronarias, permitiendo salvar tejido del corazón. La arteria también puede desobstruirse mediante un catéter introducido en la arteria coronaria (angioplastia). Por ello si aparece dolor en el pecho de intensidad, localización y duración compatibles con un infarto, esta persona debe ser atendida lo más rápidamente posible para favorecer su recuperación, en un centro sanitario.

 

SIGNOS DE ALERTA: DOLOR TORÁCICO, MAREOS, FALTA DE AIRE…

El dolor de la angina o del infarto suele estar localizado en el área anterior y central del pecho y se presenta frecuentemente en forma de opresión, asociada a dolor o quemazón interno. Se puede extender hacia la espalda, el cuello, la mandíbula, los hombros y/o ambos brazos. Otros signos de alerta son: sudoración fría, malestar general, náuseas y vómitos, sensación de falta de aire, mareos e incluso pérdida de consciencia. A veces el dolor puede confundirse al presentarse de forma atípica como un dolor de muelas (se irradia a mandíbula), con artrosis (si se localiza inicialmente en el brazo y hombro izquierdo) y con problemas digestivos (si se localiza más abajo en la zona abdominal por encima del ombligo).

 

                                                            

 

En el caso de pacientes con diabetes y en las mujeres el dolor no va a estar presente en el pecho, pero sí el resto de síntomas, que puede indicar que el corazón está sufriendo serios problemas para funcionar. Lo más importante es no autodiagnosticarse y acudir siempre al centro de Atención Primaria. Si llegáramos a encontrarnos ante un dolor torácico que no cede espontáneamente, debemos tomar una serie de medidas:

 

1. Siéntese y tranquilícese, no realice actividad física, permanezca en reposo.

 

2. Recuerde la hora exacta de inicio del dolor.

 

3. Ponga debajo de la lengua un comprimido de Vernies® o Cafinitrina® o 2 pulsaciones spray de nitroglicerina.

 

4. Mueva la lengua hacia ambos lados para que los comprimidos se disuelvan mejor.

 

5. Si el dolor no desaparece coloque un segundo comprimido a los 5 minutos y hasta un tercero a los 10 minutos.

 

6. Si con la tercera dosis no desaparece, tome una aspirina (si no tiene alergia) y  llame al 061.

 

7. No espere más de 20 minutos desde la aparición del dolor.

 

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